Durante años, en según qué lugares, escuché a la parte detractora de la festividad (de la que yo llegué a formar parte, por pura pereza):
"¡Yo no celebro Halloween!", "Halloween es una fiesta para incrementar el consumo".
"Halloween es una fiesta tradicionalmente norteamericana, no española".
"Halloween no tiene sentido, lo importante es celebrar el día de Todos los Santos".
Crecí con esa retahíla de frases, que ponían en tela de juicio una festividad que roza los límites de lo racional, una fiesta que celebra la vida haciendo alusión al pasado, a los miedos, a la oscuridad, a lo macabro y escabroso.
Se contemplan contrastes maravillosos, colores vistosos y trajes brillantes... en según qué lugares; colores apagados en otros.
Se observa el desafío a lo normal, al día a día.
Cada persona quiere mostrarse con un disfraz que le defina por ese día, quizá un disfraz que hable de una parte oculta de sus pensamientos conscientes, o, su subconsciente.
Se retan los miedos disfrazándose de ellos, poniéndose en su lugar, abrazándolos aunque sea sólo por un día, sólo por unos momentos:
Ataúdes que representan lo desconocido y a lo que todos estamos abocados,
enormes telas de araña como reflejo de lugares inhóspitos, fantasmas del más allá,
vampiresas chupa sangre que retan al paso del tiempo,
brujas en representación de mujeres inteligentes y poderosas que han sabido sobreponerse a situaciones difíciles en soledad,
figuras icónicas del mundo cinematográfico del terror.... y,
por otro lado,
se aceptan también disfraces que suelen hacer alusión a tiempos pasados,
a personajes admirados, a figuras denostadas,
incluso a seres inanimados que han sido fantaseados durante generaciones.
Contrastes, miedos, máscaras y disfraces, ilusiones, valentía, celebración, vida y muerte...
¿Pero Halloween tiene realmente sentido? ¿Es una fiesta tradicional que signifique algo?
Pues lo cierto es que sí, halloween tiene orígenes celtas, anteriores a la tradicional fiesta católica religiosa del Día de Todos los Santos en honor a nuestros difuntos.
Halloween es una fiesta que significa "Víspera de Todos los Santos", aunque no se originó con ese nombre.
Sus raíces derivan del cambio de estación, del fin del verano, del inicio de la época otoñal, de la celebración del fin de la cosecha.
La fiesta, tal cual la conocemos hoy, se popularizó como derivado de "All Hallows Evening", literalmente en lengua inglesa "Víspera de Todos los Santos";
de modo que cuando se populariza, la fiesta de Halloween, ya hace referencia a la tradicional fiesta católica por excelencia en recuerdo de los seres queridos, y, por tanto, la propia festividad de Halloween reconoce como fiesta más importante el día posterior,
es decir, el día 1 de noviembre, pues se coloca en el calendario como referencia a él, el día 31 de octubre.
Todo lo anterior echa por tierra las frases que denostan la hoy apreciada festividad de la noche de brujas por considerarse una fiesta pagana, pues,
si hace referencia en su propio nombre a la fiesta católica es porque la reconoce como tal y
forma parte de la propia tradición de hacer honor a nuestros seres amados fallecidos.
Vemos que Halloween tiene sentido pues deriva del Samhain, la celebración celta que marcaba el fin del verano y el inicio del nuevo año celta,
que reconocía la ruptura por unas horas del velo entre los dos mundos, el de los vivos y los muertos,
y, que servía al mismo tiempo de protección frene a los espíritus que podían en esa noche pasar al otro lado,
de ahí los disfraces, las máscaras, y las calabazas.
El origen, por tanto, se remonta a los rituales de la cultura celta para honrar a los muertos, hace más de 2000 años,
y marcar el inicio de la época más oscura del año.
Los celtas creían que los espíritus de los muertos caminaban entre los vivos durante esa noche,
para evitar ser reconocidos se disfrazaban con pieles de animales.
Hoy en día el disfraz serviría simbólicamente para honrar esa tradición de protección y ocultación frente a los caminantes de la noche de brujas.
Es la Iglesia Católica quien adopta la fiesta pagana con la cristianización, fechando el 1 de noviembre como Día de Todos los Santos y convirtiendo la noche anterior en Halloween. Y es el mundo anglosajón (mucho después) y, Estados Unidos por excelencia, quien la populariza y le da un toque de dramatismo fervoroso y cómico terror.
La fiesta se comienza a popularizar en España en los años 80, siendo los 90 y los jóvenes de la ciudad de Madrid quienes comenzaron a seguirla con mayor fanatismo en un inicio.
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AUTOR: Miriam Cobreros Joyas.tienda